
TEJER LA PLACENTA
CON CATALINA PRIETO
El Arte de volver al Origen
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Dicen las abuelas que la placenta es nuestra primera casa, la raíz que nos nutre desde el vientre, el jardín donde germina el alma antes de florecer en la tierra.
Ella no es desecho, es memoria viva, es medicina encarnada. Es mapa y es puente, es tambor que late al ritmo del amor primero.
Tejerla con hilos es más que un acto simbólico.
Es un ritual antiguo que borda el alma con intención.
Cada hebra, un susurro. Cada color, una medicina.
Cada nudo, una oración que atraviesa el tiempo y se enreda con la voz de los ancestros.
Quien teje la placenta, teje también el destino.
Pero no para atraparlo, sino para bendecirlo,
para honrarlo, para envolverlo en luz y propósito.
Es un tejido sagrado que recuerda al espíritu recién llegado: “No estás solo. Esta Tierra te reconoce. Este linaje te sostiene.”
El acto de tejer es lento, es suave, es consciente.
Es una danza de dedos y de alma, una conversación sin palabras con la vida que comienza. Y al enterrarla en el corazón de la Tierra, la placenta se transforma en semilla. Entrega su última ofrenda: un nuevo ciclo, una promesa de raíces profundas
y un florecer guiado por el amor.
Tejer la placenta es recordar lo olvidado.
Es volver al origen con los ojos abiertos.
Es rendir tributo a la sabiduría que vive en lo simple,
en lo invisible, en lo esencial.
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